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El 11 de abril, las autoridades han prorrogado una vez más el tratamiento obligatorio del chamán Alexander Gabyshev en un hospital psiquiátrico de tipo especial en Ussuriysk, negándose a trasladarlo a un hospital con condiciones más indulgentes. Así lo informó su abogado, Alexei Pryanishnikov.
El caso de Alexander Gabyshev, un chamán de Yakutia que se hizo famoso por sus intentos de «exorcizar» al presidente ruso Vladimir Putin, ha puesto en evidencia la creciente preocupación sobre el uso de la psiquiatría como instrumento de persecución política en Rusia. Desde 2018, Gabyshev emprendió cuatro viajes a pie desde Yakutsk hacia Moscú con la intención de llevar a cabo un ritual espiritual para expulsar a Putin del poder. Sin embargo, estos intentos fueron sistemáticamente detenidos por las autoridades.
El primer intento, en 2018, se detuvo debido a una lesión de su perro. Los dos intentos siguientes, en 2019, fueron interrumpidos por las fuerzas de seguridad, que lo detuvieron y abrieron causas penales en su contra. Durante sus recorridos, Gabyshev estuvo acompañado por un pequeño grupo de seguidores que se unieron a él en su campaña. Sin embargo, la cuarta expedición, planeada para 2020, nunca llegó a realizarse. En mayo de ese año, una unidad de la policía antidisturbios irrumpió en su casa, lo detuvo y lo internó en un hospital psiquiátrico, donde pasó varios meses. El objetivo de este viaje a pie de 8,000 kilómetros era realizar un ritual para «exorcizar» a Putin, a quien Gabyshev considera «un producto de fuerzas oscuras».
En 2021, Gabyshev anunció planes para una nueva campaña, en la que pretendía viajar a Moscú en un caballo blanco. Sin embargo, poco después, fue nuevamente detenido y enviado a un hospital psiquiátrico. Las autoridades rusas lo acusaron de incitar a actividades extremistas y el FSB (Servicio Federal de Seguridad de Rusia) abrió una causa en su contra. Durante su detención, se le acusó de resistirse y agredir a un funcionario del gobierno, lo que llevó a la apertura de una causa penal adicional.
En marzo de 2021, Gabyshev fue declarado «loco» por un tribunal, y en el otoño de ese año, fue enviado a un tratamiento obligatorio en un hospital psiquiátrico especializado en Novosibirsk, conocido por albergar a criminales peligrosos como asesinos en serie y caníbales. A pesar de las recomendaciones de algunos psiquiatras que sugirieron que Gabyshev debería ser trasladado a un hospital de cuidados paliativos, los tribunales han ignorado estas solicitudes y han prorrogado repetidamente su tratamiento obligatorio.
Según el abogado defensor de Gabyshev, el chamán estaba inicialmente incluido en la lista para un intercambio de prisioneros a gran escala entre Rusia y Occidente que tuvo lugar a principios de agosto de 2024. Sin embargo, finalmente no fue intercambiado, al igual que decenas de otros prisioneros políticos que cumplen condenas en Rusia.
A pesar de las difíciles circunstancias, Gabyshev sigue recibiendo el apoyo de sus seguidores. En abril de 2024, su abogado, Pryanishnikov, compartió un breve fragmento de una conversación telefónica con Gabyshev, en la que el chamán agradeció a la gente sus cartas y apoyo: «Estoy bien, vivo según mi rutina diaria, llevo una vida monástica. Siempre rezo. Y rezo por ti. Rezo por todo el mundo, para que todo esté bien en el mundo entero».
Este caso ha sido ampliamente criticado por organizaciones de derechos humanos, que señalan la creciente tendencia en Rusia de utilizar el sistema de salud mental para silenciar a los opositores políticos. Activistas como los de Amnesty International han condenado el uso de la psiquiatría forzada como una táctica para reprimir la disidencia, comparando el caso de Gabyshev con las prácticas de la era soviética, cuando los disidentes eran frecuentemente enviados a instituciones psiquiátricas para su control.
Gabyshev, quien en sus declaraciones se presenta como un líder espiritual, se ha convertido en un símbolo de resistencia contra un régimen que, según sus críticos, recurre a métodos cada vez más autoritarios. Los intentos de «exorcizar» a Putin se interpretan como un acto de desesperación ante el control opresivo del gobierno ruso, y, al mismo tiempo, subrayan la creciente política de represión hacia cualquier forma de disidencia.
El uso de la psiquiatría como una herramienta para silenciar a los opositores políticos recuerda a las prácticas de la era soviética, cuando los disidentes eran frecuentemente declarados mentalmente incapaces y enviados a instituciones psiquiátricas. Aunque el gobierno ruso ha defendido sus acciones, el creciente rechazo internacional pone presión sobre las autoridades para reconsiderar su postura en este asunto.
Gabyshev, quien sigue siendo una figura central para aquellos que luchan por un cambio en Rusia, continúa siendo una víctima de la maquinaria represiva del Kremlin, un recordatorio de los riesgos a los que se enfrentan aquellos que se atreven a desafiar el poder establecido.
Con información de Current Time