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En Rusia, tras el ataque terrorista en la sala de conciertos Crocus City Hall, las autoridades de una docena de regiones restringieron el derecho de los inmigrantes a trabajar en el transporte de pasajeros, los taxis y otras industrias. Según la versión oficial, estas medidas se tomaron «para garantizar la seguridad de la vida y la salud de la población local».
Esta decisión afectó principalmente a los inmigrantes de países de Asia Central. Muchos de ellos, habiendo perdido sus empleos, ya están regresando de Rusia a sus hogares o están pensando en hacerlo. Los periodistas del proyecto Migrant Media conversaron con ciudadanos de Kirguistán que viven y trabajan en la ciudad Novosibirs( ubicada en el centro-sur) : muchos de ellos admitieron que, dadas las restricciones actuales, ya no tiene sentido para ellos trabajar en Rusia.
A mediados de abril, las autoridades de la región de Novosibirsk prohibieron a los inmigrantes trabajar en taxis, así como en tiendas que venden alcohol y productos de tabaco.
“Recientemente nos enteramos de esta noticia (sobre la prohibición de trabajar). La mayoría de los taxistas no saben qué hacer ahora”, dice Karim, un migrante de Kirguistán que vive en Novosibirsk. “Hay muchos que ya se han ido. Me quedé pensando que de todos modos ahora no me dejarán trabajar normalmente. Sigo trabajando. Confío en el destino. Hasta ahora nadie me ha detenido ni me ha controlado«.
Los representantes de la diáspora kirguisa en Novosibirsk afirman que las restricciones introducidas en la región no se aplican a los ciudadanos de Kirguistán.
“La prohibición se aplica a los ciudadanos de Uzbekistán y Tayikistán que trabajan con una patente, pero los agentes de la policía de tránsito ya paran a todos y preguntan: “No son rusos, ¿verdad? ¿Por qué trabajas en un taxi? No tienes ningún derecho”, afirma Zhusupmuhamad Turdubaev, representante de la diáspora kirguisa de Asman en Novosibirsk. “Cuando detienen a nuestros conductores, nos llaman, corremos hacia ellos, discutimos, les decimos lo que dice la ley y cómo lograr la liberación de los migrantes”.
“Ayer detuvieron a dos personas, una fue liberada esta mañana”, dice Karim. “La verdad es que trabajar en un taxi se ha vuelto muy difícil. Se habla de algún tipo de trabajo por cuenta propia. «Para aumentar su porcentaje. Pero si es así, entonces ya no vemos el sentido de trabajar en un taxi».
El kirguís Karim trabaja como taxista en Novosibirsk desde hace 6 años. Según él, las fuerzas de seguridad siempre han prestado mayor atención a los inmigrantes en Rusia, pero después del ataque terrorista en Moscú los controles se han vuelto más estrictos.
“Antes los paraban en la carretera, si los documentos estaban en regla inmediatamente los dejaban ir. Ahora los llevan inmediatamente a la comisaría. Sucede que allí los llevan por la tarde, por la noche, y no a todas horas. Los empleados están allí”, dice. “Y resulta que retienen a los conductores hasta la mañana, hasta que llega el personal del departamento, pero antes lo solucionan inmediatamente y me dejan ir”.
Pronto entrarán en vigor restricciones al trabajo de los inmigrantes en el transporte público, incluido el taxi, en más de una docena de regiones de Rusia, incluidas la región de Voronezh y Kamchatka. En las regiones de Tula, Kaluga y Chelyabinsk, así como en Yakutia e incluso en la Crimea ocupada, se adoptó una prohibición para que los inmigrantes trabajaran en el comercio minorista.
“Si esto continúa, probablemente regresaré a Kirguistán. Muchos de nosotros tenemos estos pensamientos en lugar de sufrir así en un país extranjero, es mejor irnos de aquí”, dice Karim.
A finales del año pasado, el servicio Yandex.Taxi informó que faltaban unos 80 mil conductores. La empresa citó una disminución en el número de inmigrantes como una de las razones. Muchos abandonaron Rusia durante la pandemia de Covid y nunca regresaron, mientras que otros se marcharon después de que Rusia invadió Ucrania y la fuerte caída del tipo de cambio del rublo. Dadas las nuevas restricciones, la escasez de mano de obra en Rusia puede ser aún mayor.
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